miércoles, 28 de octubre de 2009

Malditas ánimas de cincel y pedestales (propias y transnacionales)


¿Qué pensarán los héroes de sus plazas? ¿Qué pensarán los muertos, los personajes célebres, de sus frías estatuas? ¿Acaso se parecen físicamente? o en su morada de ultratumba se revuelcan viéndose tan ajeno a su naturaleza real, ¿sentirán vergüenza? ¿Puede que en vida, (en el caso de los reales) hayan cometido pecados tan humanos que horrorizarían a los escultores, historiadores y devotos? , todo esto me pasó por la mente cuando en una esquina de un barrio de esta ciudad vi una estatua de algún personaje histórico, desconocido para mí, lo vi de refilón, mientras manejaba y me imagine entonces si los muertos, saben de sus plazas, de sus frías estatuas en esta dimensión. ¿Será que al plasmar en mármol una imagen esta es escafandra paralela al ánima del personaje reflejado?

Hay individuos que han sido esculpidos en vida y esto ha determinado cierta maldición predestinada a su caída (Saddam Hussein, Stalin, etc.) , quizá por eso el personaje barbudo de la isla caribeña jamás permitió que se le erigiera estatua alguna, y cuando un ingenuo escultor de Nueva York intentó exponer el busto del comandante, por alguna razón se armo un barullo tan grande que tuvo que destruirlo en la calle 8, al mismo estilo de los discos de Juanes y con semejante show, ¿por orden de quien? De un exilio dolido y cansado de que no se le respete o de alguna superstición creada alrededor de las estatuas?...aquí me entra la duda del propósito, el enigma tipo expediente X que sarcásticamente me cuestiona, ¿será que si le hacemos una estatua al tipo ¿lo matamos? ¡Esperen! , no corran a buscar cinceles ni piedras de mármol, no gasten barro en esta teoría mística y pagana tan acorde con los festejos de Halloween que llegan, es sólo una mecánica mía de suposiciones entre lo absurdo y la ironía. Pero confieso que aunque sea una de plastilina haré, por el aquello.

No sé que pensaran los muertos, los personajes, los héroes de sus plazas y estatuas frías, yo recuerdo con gusto la de José Martí en el Central Park de Nueva York, y la de todos los que por esa acera alzan altiva su frente de mármol inerte, a sus espaldas, o a su alrededor tienen miles de hectáreas de bosque por donde cabalgar y andar o divagar o condenar a sus estatuas, quien sabe.

También recuerdo aquel busto del mismo José Martí en el parque central de mi pueblo natal, que no se pudo defender (quizá por falta de extremidades) cuando muchas veces amanecía con calderos vacios y tiznados al cuello pidiendo comida, gritando hambre mediante un cartón escrito con cal, me la juego que ese Martí envidiaba de cierta manera celestial a su clon a caballo del Parque Central de Nueva York.

También me puedo imaginar un esculpido Bolívar en alguna plaza de Venezuela, mencionándole la madre en silencio de piedra, a aquel burro de boina roja que en su nombre habla, hace y deshace tantas barbaridades. Para que seguir con ejemplos de efigies famosas e infames, condecoradas y decoradas, justas y oprobiosas, bellas y horribles, son muchos los parques, plazas y patios que guardan esculturas de personajes que alguna vez pisaron superficie terrenal o alguna página de libro, personajes de lo virtual, me llega ahora la imagen de aquel Ignacio Agramonte en su caballo con espada erguida, en el parque que lleva su nombre en Camagüey, y que de algún ángulo pareciera que le encajaba la espada a otra figura situada en el borde de otro edificio en la calle posterior, algo gracioso, burlas de la perspectiva, estaría este héroe independentista de acuerdo con lo que ve a su alrededor desde su pedestal sólido e inmóvil en aquel contexto? ¿O simplemente le importaba poco su anima atrapada en piedra y dedicaba su eternidad a amar y apapachar a Amalia Simoni, el amor de su vida, su póstuma batalla de amor…o deber. Si hay algún camagüeyano que me refresque la exactitud de este fenómeno de la espada encajada en otra figura que recuerdo con gracia, mas no con perfecta claridad, lo agradecería.

La estatua de Lennon, en La Habana, es memorable, la pose es divina como en espera, como si quisiera acostarse en el banco, que la esperanza es poca y se demora, y eso que ve las cosas con sus gafas de perspectiva redonda (cuando las tiene) y que le dice que no son estos los revolucionarios (ni la revolución) por la cual se encueró con su Yoko décadas atrás. ¿Sabrá Lennon de su estatua en La Habana? ¿Se dedicará, como compensando pecados ajenos, en su inmortalidad a barrer las greñas en el suelo de aquellos jóvenes “bliterianos que las autoridades acosaron y acusaron y tusaron , décadas atrás, mientras él se encueraba revolucionariamente en su cama de Peace & Love?

Otra figura tan triste como célebre en mi país natal es aquella del noble Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en algún lugar de La Habana goza de su parálisis temporal, casi perpetua, Sancho Panza se le fue a saciar su sed carnal, como buen turista ibérico (sexual) y el burro, igual. Dulcinea anda ocupada en su lucha diaria buscando piezas de repuesto para los viejos Molinos, a ver si como gigantes producen cambios en el horizonte de su senil caballero. El Quijote adelgaza cada vez más, y su escudo lleva grietas de desesperanza. Pero aun así, “el Quijo”, por ser un personaje de ficción, sólo culpa y recondena su existencia a su creador literario Cervantes, por escribirlo y hacerlo imperecedero, reprochándole en cara no haberlo creado real, orgánico, para combatir muchas injusticias que ve desde ahí arriba, con ganas de empuñar lanza y honor, muy en desacuerdo con la posición de su compatriota (aquel Moratinos) que ni caso le hizo a los oprimidos que él reconoce porque cohabita entre ellos.

Tal vez un loco como él, ahí estático y atrapado en bronce reúna la osadía que se necesita para avanzar, esa que falta en los transeúntes que le rodean, y en nosotros, sus lectores. ¿Sabrá el Quijote de su plaza? ¿De su pedestal habanero? O es que precisamente es ese el lugar de cuyo nombre, no quiere acordarse.


Ley Martínez© 2009

1 comentario:

Morgana dijo...

Me ha gustado mucho ese post!

La verdad que me ha hecho pensar y recordar. A mi me gusta una estatua de Heredia que está en Santiago en la Avenida Manduley, con sus musas. Siempre me he quedado mirándola. Antes(hace 10 años) tenía un jardía precioso rodeándola, ahora sólo tiene malas hierbas...como toda Cuba.

Un abrazo y te sigo!

CONCIERTO DE ARANJUEZ - ADAGIO- DE JOAQUIN RODRIGO. INTERPRETADO POR NARCISO YEPES. MI PREDILECTA

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