Por Ley MartínezLuego de casi una hora tratando de llegar al parqueo, nos encontramos dentro de la American Airline Arena entre tantos cubanos, los mismos cubanos, sólo que esta vez el potaje generacional se palpaba aun mayor, sin embargo engranaba tan fácil que no aparecía diferencia entre uno u otro, a no ser por la variedad de ciertos atavíos textiles de moda entre nosotros, tal vez algún que otro acento más ‘salado’ que otro, pero en fin, compatibles todos, buscando pasar un rato de buena música, tan fácil que es.
En el concierto que ofreció Willy Chirino con motivo de su gira “Pa’lante, pa’ que se oiga en la Habana” en esta avenida tan importante, hubo esta vez un toque diferente, al menos yo nunca había visto una presentación de esta magnitud donde el mejunje generacional, el espacio a los nuevos, Cuba como tal, Cuba desde aquí, Cuba desde allá,… fuese el plato principal. De sobra es sabido el interés de Chirino por los nuevos artistas cubanos , tantos de la Isla como de la diáspora, y como cubano que vive en democracia le abre las puertas de su casa ya sea a Rosita Fornés que a Habana Abierta, lo mismo le canta al viejito “intransigente” de el Versalles que al que llegó hace dos días y lo llama “el mío”, y también a ese habanero que aun se sienta en el malecón, sin intención de salir, pero con esperanza de vivir lo que le quede de vida, en libertad.
Ayer se palpó esa libertad, o la sensación de soltura que da la misma, al desgalillarse todos al ritmo de Habana Abierta, que esta vez en el formato de cuarteto la pusieron como siempre, (aunque confieso que extrañé al pelú, a mi amigo Boris, en escena) pero estos cuatro supieron sacarle lasca al ‘pernil’ de esta importante oportunidad, y delante 10 mil personas, donde tal vez un 60% de ellas no los conocían, hicieron que todos bailaran con su fusión de esa cubanía sui generis y auténtica a la vez, de Son y Rock, regalo de sabrosura y swing.
Para gustos hay colores, y nadie quiere o pretende generalizarlos, pero la gama de estilos alcanzó a darle un pedazo del pastel a todos, nadie se quedó sin aplaudir, unos a los nuevos, otros a los menos nuevos, hubo espacio y razón para cualquiera, y debe ser así cuando la música habla, cuando la música manda. Ayer se le envió a La Habana, desde Miami, mil cantos de libertad y sabor, mil llantos de nostalgia y lejanía, un toque de amor sin retórica, sólo con verdad y el orgullo de ser cubano, aunque ya no tengas tantas cosas en común , o aunque no puedas olvidar, seguirá por siempre el compromiso de algún día ver la patria libre , y poder bailar sobre su suelo, sin que nadie me vigile los pasos que doy, sin que nadie me marque el ritmo, sin que nadie me obligue a bajar la música.
Willy combinó su repertorio entre temas viejos para los saweseros de antaño, temas nuevos para los balseros de los 90, y aunque hay quien lo niega,( tristemente, no sólo por una condición de gusto o disgusto musical, sino por prejuicios tan estúpidos como la envidia y el resentimiento) yo si reconozco que es un buen cubano, buen músico y espectacular ser humano. Un personaje que lleva consigo el estigma del resignado, del exiliado, nadie está en su pellejo para saber y conocer sus sacrificios o embragues, es un cubano mas, espejo del esperanzado. Al menos durante mi adolescencia y juventud en Cuba, sus temas sirvieron como escape y canal rítmico-disidente para enajenarme un rato, recuerdo que entre Rock n Roll y Trova, siempre una salsita del Willy me definía tan o más gusano como cuando escuchaba a Guns n Roses o a Led Zeppelin, así me sentí ayer, libre como cuando le descargaba a sus canciones en el patio de mi casita cubana, botella en mano y maldiciendo barbas. Hoy soy tan (o más) gusano que entonces, aunque ya en un contexto de mayor tranquilidad, (espiritual y material) hoy a salvo de mucho, con temor de nada, esperanzado de todo, y queriendo hacer algo, (quizá tarde, quizá no), por lograr que otros sean tan libres como yo, sin que tengan que abandonar el patio de sus casitas (cubanas).
La producción del espectáculo fue de excelente calidad, buen audio, buena escenografía, espectacular trabajo de luces, (salvo algunas pinareñadas con el control remoto de las guitarras) todo fluyó sin contratiempos, muy dinámico y balanceado, fueron casi 4 horas de continuo bailoteo y euforia.
Hasta el Pánfilo se robó el protagonismo por unos cuantos minutos al aparecer en las 3 inmensas pantallas. Y aunque en sus últimas declaraciones sobrias, no se escucha tan “hambriento” ya ha quedado como una expresión de exigencia nutritiva de un sector del pueblo que pide “jama” (y otros que no salen mucho por TV, pero que piden algo mas nutritivo aun para todos, Libertad).
Un tema de Carlos y Marta sobre el infame hecho del hundimiento del remolcador 13 de Marzo silenció por unos momentos la Arena, imágenes de las víctimas en inmensas pantallas, emitían un escalofrío (que algunos tratan de evitar), pero que es inevitable reconocer, un crimen que nos toca de cerca. En ese instante sentí cierto malestar, tal vez por un bajón de azúcar o un desasosiego singular, me recosté al asiento y pensé: ‘mientras nosotros aquí, con cervecita en mano, bailábamos con la barriga llena, hay quien reclama y condena crímenes del otro lado del charco constantemente y sin descanso, crímenes de todo tipo hacia nuestra gente, de personajes que aun están impunes’ .. y eso (al menos a mi) me causa mala “digestión”.
Cuando a mediados del show, Willy presentó a Isaac Delgado aquello se fue abajo, el chévere se mostró efusivo y con mejor voz que nunca, un timbero de los buenos de verdad, de los que se han dedicado a trabajar para su música y su familia, de los que no piden perdón ni entran en filosofías baratas de arrepentimiento y ambigüedad a cambio de dadivas y compasiones. Por eso fue invitado, por su trayectoria musical y su ejemplar cubanía. Cuando pidió que ojalá (como dice una canción de los Habana Abierta) ojalá y un día en la Habana podamos escuchar al Willy, todos juntos, en una plaza enorme…, sonó realmente sincero.
Uno de los mejores momentos de la noche, fue la aparición de Gema Corredera, ella entró al escenario deslumbrante, y en su descarga junto a Luis Barbería de Habana Abierta y Willy Chirino, se destacó como la estrella que es, su voz se adueñó de cada rincón, de cada fibra y demostró una vez más ser una de las mejores voces cubanas de toda la historia. Luego en su interpretación de Tristeza, al piano con Chirino, lo dejó más que explícito, que está “pasá de liga”.
El final fue como todos los conciertos de Willy, emotivo, lleno de carga nostálgica….con ese día que viene llegando hace rato y se espera como nunca, y banderas cubanas que ondeaban en el público. Aunque esta vez suavizó ese sentimental retoque final con su último hit,..♪somos los campeones de la salsa …♫.
Luego, el despido, aplausos, luces y partida.
No sé contarles del afterparty ni de las conclusiones en fiestas y descargas, pues tuvimos que irnos rápido, pero no sin antes intercambiar números con amigos que sorpresivamente ocuparon los puestos adyacentes a los nuestros, Tony y Maylín de Generación Asere, mientras a mis alrededores reconocía caras familiares, entre ellas la de mi amigo Liván Mujica, quien me incitó en escribir alguna reseña del espectáculo (yo sin ser escritor ni un carajo) y también estaba mi hermano Ernesto y su novia, a quienes pude ver después del concierto.
Salimos sudados mi novia y yo, cansados, complacidos, satisfechos y contentos, con la alegría de haber presenciado un momento especial en la vida de amigos personales a quienes queremos y apoyamos en su carrera, como es el caso de Habana Abierta y Gema, verlos brillar como lo que son, talentos sin igual, y junto a un símbolo musical del exilio, quien les ha tendido la mano (a pesar de tantos que dicen y desdicen) todos con un objetivo común, armonizar la lucha, crear alquimia generacional , alimentar la esperanza, el bien de un pueblo como único fin.
Por eso y muchas cosas más, mientras íbamos a millón por la I-95 rumbo a casa y me zumbaban los oídos (saturación auditiva de placer) quise creer que ese murmullo constante eran las voces de la gente de mi tierra, Cuba, (los vivos y los muertos) diciéndome, como en un disidente mensaje telepático, que sí, que sí se había escuchado todo, todo ese amor… en La Habana.
Ley Martínez
©2009